Lundehund noruego, el perro de caza con superpoderes

Lundehund noruego, el perro de caza con superpoderes

Si tuviéramos que elegir una raza canina para asimilarla a un superhéroe de los tan de moda mundos de los cómics, esa sería el lundehund originario de Noruega. Y el superhumano al que se parece sería Spiderman.


Para explicar esto que podría parecer salido de la ciencia ficción debemos acudir a la necesidad que cubrió esta raza canina y las circunstancias en las que se desarrolló. Para esta enriquecedora empresa, nos desplazamos hasta la costa norte de Noruega. Allí, sus habitantes necesitaban el alimento que ofrecía una esquiva especie, el frailecillo. Estas aves marinas anidan en acantilados inaccesibles para evitar que depredadores lleguen hasta las cuevas donde crían a sus pollos.

Frailecillo, el ave que originó el nacimiento de la raza lundehund.

Inaccesibles para casi todos, excepto para un perro que fue seleccionado para la complicada tarea de moverse por esas resbaladizas rocas en forma de paredes casi verticales y acceder a las cuevas donde se ocultan estas aves tan parecidas a los pingüinos. Un perro con una conformación morfológica única que le convierte en un superperro.

 

Pies delanteros con seis dedos

La primera particularidad que destacamos en estos pequeños perros de tipo spitz es el número de dedos que contamos en sus patas delanteras. Son seis. De ellos, todos menos uno son dedos de triple articulación, pero el último es de doble articulación, asemejándose a un pulgar humano. Esto se aleja de la mayoría de canes, que cuentan con solo cuatro dedos funcionales en cada pata. Algunos lucen uno o dos espolones no funcionales, pero el lundehund goza de ese polidactilismo que cumple una función clara: mejora notablemente su agarre y estabilidad en los resbaladizos acantilados en los que caza. Algo a lo que contribuye que los perros de la raza gocen de ocho almohadillas en cada pata delantera y siete en las traseras.

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Foto: https://www.gillerts.se/

Los hombros, hiperlaxos para escalar mejor

Haberlos asimilado al súper héroe trepa muros se apoya también en su capacidad para articular sus hombros de manera impresionante. Hasta el punto de poder formar ángulos de 90 grados con el hombro y la pata.

 

Haciéndolo con las dos de manera simultánea parece que el can está realizando un split, ese movimiento que realizan los gimnastas con las piernas. De esta manera, son capaces de ‘abrazar’ los acantilados para ascender, descender o moverse a los lados de una manera mucho más segura.

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Ejemplo de la flexibilidad en las articulaciones delanteras de los perros de la raza.

Flexibilidad llevada al extremo: el cuello con doble articulación

Una vez ha encontrado la guarida de los frailecillos, el perro, de un tamaño reducido de hasta 38 centímetros hasta la inserción de la cruz y con un máximo de 7 kilos de peso, se adentra en ella y busca a sus presas. Esas madrigueras con estrechos pasillos obligaban a desarrollar una amplia maniobrabilidad. Algo en lo que el lundehund resulta imbatible. Sobre todo, gracias a la capacidad de articular su cuello. Los expertos la definen como doble articulación, lo que le permite doblar la cabeza hacia atrás hasta que el frontal de su testa llega a tocar la columna vertebral. Algo impensable en otras razas y que únicamente puede emular el reno.

Imagen de los seis dedos de las patas del lundehund. A la derecha, vista inferior de un pie de estos perros.

Orejas orientables hacia cualquier dirección

La suciedad y la humedad que estos perros encuentran en las apretadas galerías de las cuevas de sus presas llevaron a una sorprendente evolución adaptativa. La localizamos en las orejas, capaces de cerrarse doblándolas hacia delante o hacia atrás. Esto protege los canales auditivos de esa humedad y suciedad que de otra manera entraría en su interior. A su vez, esa capacidad de dirigir los pabellones auditivos lleva al perro a poder orientarse en esos espacios tan reducidos percibiendo cualquier sonido, por leve que fuera, y la dirección en la que le llega.

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Foto: https://www.gillerts.se/

Un perro nacido para cazar

Su propio nombre no puede resultar más descriptivo de la finalidad para la que nació este perro. “Lunde” se traduce como frailecillo, mientras que “hund” lo podemos aplicar al término ‘perro’. Existen documentos de su país de origen en los que se describe cómo estos canes eran utilizados para la caza de frailecillos, convirtiéndose en uno de los recursos económicos más apreciados de las colonias de noruegos que vivían en estos apartados lugares de la costa del mar de Noruega, en el norte del Atlántico.

Impresionante flexibilidad de cuello en el lundehund.

Todas las cualidades físicas que hemos descrito le posibilitaban moverse por esos pedregales inaccesibles para las personas e internarse en sus madrigueras. Allí capturaba a los pájaros y los llevaba a sus propietarios. Estos frailecillos eran muy valorados por constituir una parte relevante de la dieta de los habitantes de las zonas costeras. Además, sus plumas se convirtieron en el relleno perfecto para edredones y almohadas.

En la actualidad, la caza de frailecillos está prohibida por las leyes noruegas, al haber protegido la especie. Pero este perro se ha convertido, como ha sucedido con otras muchas razas de trabajo, en mascotas y perfectos perros de compañía.

 

Fotos: https://vorkosmia.com/about-us/lundehund/ y www.gillerts.se

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